sábado, 14 de marzo de 2015

EL SERMÓN DE LAS TORTILLAS

     



      Cada martes de Pascua, la ciudad aragonesa de Teruel tiene una celebración tradicional: “El Sermón de las Tortillas“. Esta celebración gastronómica consiste en disfrutar de los espacios al aire libre que se encuentran alrededor de la ciudad para degustar una rica comida al aire libre. Aunque puede parecer algo que se ha implantado en la actualidad, la realidad es que esta fiesta tiene sus orígenes en la Edad Media.
 
       Por aquel entonces, era el martes de Pascua cuando los habitantes de esta ciudad se disponían a elegir los cargos que regirían a la ciudad por el resto del año. Éstos se renovaban al llegar el siguiente martes cristiano.
       
Esa convocatoria surgió como propuesta de la Cofradía de Nuestra Señora de la Villa Vieja y de la Sangre de Cristo



Ésta, todavía hoy realiza su procesión durante la Semana Santa con el objetivo de entregarle una comida a los habitantes más pobres de Teruel.
       
 Esta hermandad reunía a estos vecinos en una Ermita que ya ha desaparecido y que se encontraba ubicada muy próxima a lo que hoy en día representa el Centro Penitenciario de la ciudad.         





        Y es justamente aquí donde surge el nombre de esta celebración. El Sermón de las Tortillas no es un término caprichoso sino que se relaciona directamente con lo que allí sucedía.
        Todos los que acudían a la Ermita con el fin de llevar un alimento a sus bocas primero debían escuchar un sermón y posteriormente a esto recibían diferentes viandas. ¿Por qué la tortilla? Pues, en aquella época éste era uno de los alimentos que más nutrientes aportaban en una dieta alimenticia y, por supuesto, la tradición se ha mantenido además por lo deliciosas que resultan.

        En la actualidad este ritual del Sermón de las Tortillas ha tenido diferentes variaciones, sobre todo, gracias a que el automóvil se ha convertido en algo sumamente popular. De esta manera, es posible realizar la cita en incluso en los lugares más alejados de Teruel. Sin embargo, tampoco se realiza ya el sermón previo, por lo que de aquella tradición sólo se conserva el nombre.
        Entre los alimentos que se consumen durante esta fiesta popular, cultural e histórica se encuentran el cerdo que se sacrificó durante la temporada de invierno, la longaniza y las roscas de bizcocho con huevo duro. Por supuesto, la tortilla sigue siendo el plato principal de la reunión.



       Hay dos opciones por las que esta festividad puede resultar interesante. Por un lado, para formar parte de una tradición que ha permanecido intacta durante siglos o, por el otro, para disfrutar de un casco urbano que queda completamente solitario, ideal para descubrir rincones que permanecen ocultos cuando la actividad cotidiana se vuelve constante.